miércoles, 28 de marzo de 2012

De tanto malviaje...

Bolívar no solo me ha reclamado, me ha exigido que lo escriba, que lo saque, que le algo que me ha faltado: serenidad.

Este post previo a hacer lo que Bolívar me grita, es para compartir mis 2 mas recientes adaptaciones que formaran parte del repertorio del cuentacuentos que a veces saco a pasear. Disfrútalas tanto como yo lo hice.


Era lo mismo todas las noches
Aparecía ante él de repente, con ese cuerpo provocativo y esa mirada sensual. Una y otra vez se le insinuaba, le llamaba, lo invitaba, pero él, él permanecía sereno, imperturbable.
Era lo mismo todas las noches: siempre a esa hora pasaba el mismo comercial. 

Fernando C.P.C

Blanco

Ven, acércate mas, le decía ella, con susurros, le pedía que la mirara, que ella estaba nuevamente ahí frente a él. Le pedía que no la dejara así, tan pura, tan blanca y con ansia de sus pensamientos.
El no respondía, solo alcanzaba a tener miedo
Ella le pedía que la pensara cubierta con el vestido negro que siempre le inventaba, le pedía que la manchara con las ideas vertiginosas de su mente, que por favor, la trazara de nuevo.
Nuevamente él solo atinaba a temblar pensando en que no podría hacerlo bien, hacerlo como ella lo esperaba.
Lo harás bien -decía ella- acércate y penetrame en silencio, que solo se oiga el ruido de tu cuerpo llenándome de ríos, pintándome de formas. 
El temía quedarse corto, temía no ser suficiente. 
Ella le pidió que pusiera sus ojos, su mirada, el universo, sus ganas, su deseo, todo en sus manos y que la tocara. Dame la locura de tu gracia, dame un arrebato de fuego para calmar esto -dijo ella-.
El  alcanzo a responder ¿Y si no puedo? ¿Y si no te amo lo suficiente para volcarme, pervertirte, transformarte?
Ella con un gesto de resignación, dijo que entonces, vendría otra  a intentar exactamente lo mismo, a seducirlo como lo intentaba ella en ese momento.
Dijo que la otra se posaría frente a él y volverá el rito, verá -como ella- sus miedos e inseguridades y lo atrapará para que la inunde con sus desvaríos, para que la llene de historias.
No quiero tocarte dijo él, para luego ver en ti mi fracaso, no quiero verte despues y dejar de quererte, no quiero que seas mi espejo negro, no quiero dejar de desearte.
Arriésgate suplico ella, arriesga la vida, el puño, la letra. Transfórmame querido,y luego permaneció en silencio aquella hoja en blanco.

Edmée P.M.

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