miércoles, 28 de marzo de 2012

Los gritos de Bolívar...

Hace rato que no lo dejaba salir, me había guardado estas letras. Es hasta catártico dejar que Bolívar escriba.



Bolívar tomó una hoja y comenzó a escribirse, a liberarse.

...

Cerro la puerta y abrió otro mundo. Un mundo donde había una ella que -por un rato, solo por un rato- seria para él.

Cuando volteo para buscarla, ella se acerco súbitamente y un abrazo enmarco un largo beso al que él, naturalmente, respondió.

Recién él, había leído algo sobre el lenguaje de las manos, de cómo los ojos, la boca, las miradas o las palabras son capaces de esconder la verdad, pero no las manos, con ese lenguaje de sudor, temblores y fuerza se puede saber exactamente lo que le ocurre a alguien.

Y ahora, él, que fingía estar cómodo en esa situación, sintió como el sudor, el temblor y rigidez de sus manos lo delataban como un novato en temas de la noche. Especialmente en los que se incluía una mujer conocida pero recién descubierta y a la que con un asalto de azar había logrado llevar a un hotel.

El perfume de ella se mezclaba con un olor a vino tinto que hacia aun mas sensual cada beso y sobra decir que era ella quien proponía y disponía la intensidad y duración de los mismos.

Él, despues de unos minutos, acepto entrar en el juego donde debía dejar de pensar en lo que ocurría ahora y limitarse a sentir, a disfrutar.

-Toma toda tu pasión, toma todo tu deseo y déjalos aquí... Murmuró ella mientras se quitaba la blusa y dejaba ver un sostén verde olivo delineado por un listón satinado.

Ahora fue el quien se acercó con un gesto felino y la abrazo al tiempo que sus manos cumplían ese rito urgente de arrancarle la ropa hasta encontrarle la piel. Y fue exactamente lo que ocurrió, ambos se arrancaron la ropa y la decencia, las ganas de pensar y los zapatos.

Desnudos, atados en un beso se recorrían cada instante de la piel que en aquel momento había dejado de medirse en espacios.

Él le dio un beso largo, tan largo, que comenzó en la boca para avanzar lentamente al cuello, visitar suavemente los senos y disfrutar de la dulce sensación de los pezones para despues llegar a un vientre cuya piel con pequeños temblores sabia perfectamente que no era esa la última estación.

Cuando el beso llegó a su sexo,  lo hizo anunciándolo con una caricia sobre ese monte que era la puerta para unos labios que auguraban una deliciosa humedad. Él, con su lengua comenzó a acariciar suavemente el interior que ahora parecía invitarlo a descubrir un deseo largamente guardado.

Con la lengua acaricio esa humedad, con su lengua, saboreo los muslos, esa piel  que reconoció como el suave guardián del lugar donde tantas veces, en un oscuro y silencioso deseo, se soñó. 

Fue un largo final para el viaje de ese beso que comenzó en la boca, no se cansaba de esos sabores, del sabor húmedo a sexo,  del sabor de esos breves temblores que predecían un orgasmo.

Ella lo tomo de la cara y lo llevo hasta su boca para decirle muy cerca con los labios sobre los suyos VEN.

Después, ella se humedeció la mano con un lengüetazo para luego buscar ese miembro dispuesto y erecto y comenzó a jugar, a frotarlo contra su sexo apenas para anunciar la penetración.

...


Bolívar no pudo escribir más, ahora esa mujer se hizo de humo, ese recuerdo llega ya como una imagen rota, como un rompecabezas inconcluso, donde una pieza mas es la imagen de ella exigiéndole -cada vez que se él se atrevía a volar- que por favor, no la quisiera de ese modo.

Debe entender, aceptar y vivir con una verdad: en ocasiones buscamos lo que queremos donde sabemos exactamente que no lo vamos a encontrar.

De tanto malviaje...

Bolívar no solo me ha reclamado, me ha exigido que lo escriba, que lo saque, que le algo que me ha faltado: serenidad.

Este post previo a hacer lo que Bolívar me grita, es para compartir mis 2 mas recientes adaptaciones que formaran parte del repertorio del cuentacuentos que a veces saco a pasear. Disfrútalas tanto como yo lo hice.


Era lo mismo todas las noches
Aparecía ante él de repente, con ese cuerpo provocativo y esa mirada sensual. Una y otra vez se le insinuaba, le llamaba, lo invitaba, pero él, él permanecía sereno, imperturbable.
Era lo mismo todas las noches: siempre a esa hora pasaba el mismo comercial. 

Fernando C.P.C

Blanco

Ven, acércate mas, le decía ella, con susurros, le pedía que la mirara, que ella estaba nuevamente ahí frente a él. Le pedía que no la dejara así, tan pura, tan blanca y con ansia de sus pensamientos.
El no respondía, solo alcanzaba a tener miedo
Ella le pedía que la pensara cubierta con el vestido negro que siempre le inventaba, le pedía que la manchara con las ideas vertiginosas de su mente, que por favor, la trazara de nuevo.
Nuevamente él solo atinaba a temblar pensando en que no podría hacerlo bien, hacerlo como ella lo esperaba.
Lo harás bien -decía ella- acércate y penetrame en silencio, que solo se oiga el ruido de tu cuerpo llenándome de ríos, pintándome de formas. 
El temía quedarse corto, temía no ser suficiente. 
Ella le pidió que pusiera sus ojos, su mirada, el universo, sus ganas, su deseo, todo en sus manos y que la tocara. Dame la locura de tu gracia, dame un arrebato de fuego para calmar esto -dijo ella-.
El  alcanzo a responder ¿Y si no puedo? ¿Y si no te amo lo suficiente para volcarme, pervertirte, transformarte?
Ella con un gesto de resignación, dijo que entonces, vendría otra  a intentar exactamente lo mismo, a seducirlo como lo intentaba ella en ese momento.
Dijo que la otra se posaría frente a él y volverá el rito, verá -como ella- sus miedos e inseguridades y lo atrapará para que la inunde con sus desvaríos, para que la llene de historias.
No quiero tocarte dijo él, para luego ver en ti mi fracaso, no quiero verte despues y dejar de quererte, no quiero que seas mi espejo negro, no quiero dejar de desearte.
Arriésgate suplico ella, arriesga la vida, el puño, la letra. Transfórmame querido,y luego permaneció en silencio aquella hoja en blanco.

Edmée P.M.

lunes, 19 de marzo de 2012

De ver una obra de teatro...

Si, me movió el morbo... Me movió el querer ver así de cerca a un nominado al Oscar. Ver a un Demian Bichir que -la verdad sea dicha- si tiene algo es perservancia pues van muchos años que no deja de sonar su nombre. Si además tenía la oportunidad de ver a Ana de la Reguera (pese a que la idolatría que le había profesado se rompió el dia que la escuche en una desafortunada entrevista donde hablo del martirio de cancelar su servicio Nextel y dijo "tarde 3 hrs y eso que dije que soy Ana de la Reguera, si no, me hubieran tratado como a cualquiera.." eso la bajó de mi top 2, pero no le quita esa sonrisa y esa piel blanca que combina tan bien con un vestido rojo.
En fin, la obra Nadando con Tiburones, a la que fui sin saber mas que lo dije antes, es una adaptación de Una película noventera de George Huang donde, en esa industria hollywoodense tan llena de gente que sabe que la moneda de cambio son las nalgas, hay un rey Midas:Buddy Ackerman. Este personaje que me recuerda a Miranda Priestly de The Devil wears Prada (solo que sin tanto estilo) contrata a un asistente quien es un inocente escritor quien ama el cine y luchara por el amor, la verdad y la justicia ah! Y por que la industria deje de ser una mierda.

Antes de seguir, quiero confesar que, es cierto, no sé mucho de teatro, pero como público, como cuentacuentos, sé reconocer una historia que esta bien contada, se reconocer cuando un actor esta cómodo haciendo lo que hace pero también sé que cuando el actor, pudiendo exigir al público que piense, que reflexione, que se enoje con el personaje, prefiere ser efectista y evitarnos la molestia de pensar buscando sacarnos una risita.

Demian Bichir es un buen actor, tiene un desenvolvimiento que lo pone muy adelante del resto del reparto, se siente bien y muy cómodo en la piel de Buddy Ackerman pero es justo ahí, cuando el personaje requiere ser ese cabrón al que debemos terminar odiando, Demian Bichir lo suaviza con una grosería, un gesto o una mueca que desvirtúa y caricaturiza al jefe de nuestras peores pesadillas. Lo admito, las 3 primeras veces es gracioso pero las restantes 45 llega a cansar un poco al grado de dudar si un fragmento de TOC TOC se había colado a esa obra.

Es que imaginen una de las escenas finales, donde por fin el novato e idealista escritor tiene los huevos para enfrentarse al jefe y no solo eso sino que lo secuestra en su propio departamento, Buddy se despoja completamente de su mascara de cabrón para dejar ver a un Demian que recurre a sus fanFUCKINtasticas groserías para romper la tensión de un dialogo que debería exigir al publico pensar sobre lo que esta viendo.

Por otro lado, en esa misma escena, me pareció imposible creerle a Alfonso Herrera que sufría, un personaje que se atreve a amordazar al jefe pero no se le ve con rabia, o no con la necesaria para hacer lo que esta haciendo. En general el personaje del "gusanito" Gus tiene un solo dialogo donde muestra esa pasión que lo llevo a soñar con lograr algo en la vida, un solo dialogo inflamado de pasión, el resto me sonó a Mandibulin leyendo a Jaime Sabines.

Finalmente, y trato de no sonar ardido por la fatídica entrevista en el radio, si el papel de Dana lo hubiera hecho Maribel Guardia o Niurka, creo que no encontraría ninguna diferencia con lo que aportó Ana de la Reguera, pues necesita -a mi muy personal juicio- mas que un trasero espectacular y una piel deliciosamente blanca para convencer al publico que le dio vida aun personaje.

Insisto, la obra me quedo a deber, espero que algún actor haya buscado crear en alguien esa necesidad, mas bien, exigencia para reflexionar sobre una de las frases mas rescatables de la puesta: TIENES QUE ESTAR SEGURO DE QUE QUIERES LO QUE CREES QUE QUIERES.